CAPÍTULO 18



EL MAESTRE


La noticia de la destrucción de Harrenhal había recorrido todo Poniente. Todo el Reino de la Roca estaba conmocionado al conocerse la noticia de que Harren el Negro había muerto pasto de las llamas dentro de su inmensa fortaleza. Una megalómana construcción que había tardado 40 años en erigirse, había sucumbido en un solo día. Y aquello no era lo único. El Reino de la Montaña y el Valle se había rendido, pese a que su flota había logrado destruir casi por completo la armada Targaryen, y era cuestión de tiempo que el Reino de la Tormenta cayera también. Aegon el Dragón ya casi controlaba el este de Poniente y no tardarìa en fijar su mirada en el oeste. Especialmente, en el Reino de la Roca y sus ricas minas de oro, algo que tenía a su rey muy preocupado.
En esos momentos salía de la sala del trono, cruzando los jardines en dirección hacia el cuervario, portando en sus temblorosas manos el rollo de cuervo que su rey le había ordenado enviar ese mismo día lo antes posible. Llevaba más de cincuenta años al servicio de la Casa Lannister y jamás había visto a un rey de la Roca tan preocupado.

CAPÍTULO 17



AEGON


La situación era de lo más crítica. El ataque en los Sauces Tristes había sido catastrófico. Más de la mitad de su ejército había perecido y muchos habían quedado grabemente heridos. A penas le quedaba un cuarto de sus tropas en píe y listo para combatir. De no ser por Balerion, serían una presa fácil para cualquiera de los señores de los Ríos que quisiera atacarle.
Afortunadamente, Harren se encontraba en una situación similar. Lo que le quedaba de su ejército tras la derrota sufrida en los Juncos era ya carroña. La mitad había ardido en los barcoluengos y la otra mitad eran cadáveres que flotaban en el agua o se amontonaban en la orilla del lago, dejados allí tirados por orden suya; incluso los hijos de Harren, que habían comandado el ataque, fueron dejados a merced de los cuervos. Era lo menos que merecían unos hombres sin honor que les habían atacado por la espalda en plena noche.

CAPÍTULO 16





VISENYA


El maestre cubrió la cabeza de Daemon con las sábanas. Todos los presentes estaban cabizbajos menos ella, que observaba la escena con ojos llameantes.
- ¿Qué hacemos con el cuerpo, mi reina? –preguntó el maestre.
- Conservarlo –respondió con decisión –. Lo llevaremos de vuelta a Aguanegras y le daremos la despedida que se les da a los hijos de Valyria.
Nada más decir esto, dio media vuelta y salió a toda prisa del camarote, regresando a la cubierta. Allí se encontraba el segundo al mando, que era quién ahora comandaba la flota. Este se encontraba en la proa observando la costa.

CAPÍTULO 15



RHAENYS


Cuando llegó, las huestes enemigas ya estaban en retirada. Afortunadamente, Orys y sus tropas habían logrado repelerlos; pero más de mil hombres habían perdido la vida durante aquel ataque.
Se encontraban en plena marcha hacia Bastión de Tormentas. Orys lideraba a las tropas en tierra mientras ella les guiaba desde el cielo a lomos de Meraxes.
Durante el camino, algunas casas del Reino de la Tormenta se habían unido a sus filas, traicionando a Argilac. Sin embargo, eran pocas y muy pequeñas. El resto de los señores habían decidido ser fieles a su rey y marcharon hacia Bastión de Tormentas, donde Argilac estaba reuniendo un gran ejército que ella pudo ver desde el cielo las veces que decidió adelantarse con Meraxes.

CAPÍTULO 14




AEGON


Caminaba lentamente entre los despojos. Seguía teniendo desenfundada a Fuegoscuro, a pesar de que la batalla hacía tiempo que había terminado. La hoja de acero valyrio estaba completamente cubierta de sangre, al igual que gran parte de su armadura y de su rostro.
Se detuvo y miró en derredor.Cadáveres, sangre, vísceras y cabezas y otros miembros cercenados se extendían hasta donde alcanzaba la vista entre estandartes, lanzas y escudos rotos. Algunos caballos que ese día se habían quedado sin dueño caminaban sin rumbo fijo entre los restos, mientras los primeros ya habían empezada a llegar para el gran festín.

CAPÍTULO 13




VISENYA


Montada a lomos de Vhagar, no daba crédito a lo que sucedía allí abajo. Su flota se estaba viendo superada por la flota de los Arryn sin que ella pudiera hacer nada por evitarlo. Aquel lugar era muy estrecho y los barcos estaban muy cerca unos de otros, lo que imposibilitaba un ataque aéreo, ya que el fuego alcanzaría a los barcos de ambos bandos.
Trató, entonces, de atacar la fortaleza. Pero esa zorra de Sharra Arryn era una buena estratega y había dispuesto arqueros y ballesteros por toda la muralla que no dudaban en descargar una lluvia de flechas cada vez que se acercaba lo más mínimo. No intentaban dar a Vhagar, su intención era llenar el cielo de una nube de flechas para que el dragón no pudiera acercarse.

CAPÍTULO 12




RHAENYS


Soltó un enorme grito de placer tras llegar al éxtasis; aunque, a penas se oyó, ya que la música y las risas que venían de fuera de la tienda lo ahogaron. Exhausta, dejó caer su desnudo y sudoroso cuerpo sobre el también desnudo cuerpo de Aegon, reposando el rostro sobre su duro y velludo pecho con una amplia sonrisa.
- Se nota que me has echado de menos… –dijo.
- Ha sido una tortura verte todo el día y a penas poder estar juntos –dijo él mientras acariciaba sus largos cabellos rubio platino; los cuales, en esos momentos, estaban muy alborotados.